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Rumor de hojarasca

Arriesgado. Como tratar de apuntarte con un arma sin saber qué es el cañón y qué la empuñadura. Como jugar a la ruleta rusa en tu cama sin miedo a tener que cambiar las sábanas. Como hacerte apretar el gatillo con los ojos vendados. Como la primera vez que nos miramos y nos vimos más allá de las pupilas.

Complicado. Como no romperme la cabeza intentando resolver el puzzle de tus lunares. Como tirar por la ventana todas las piezas y quedarme con que quizás la boca te sabe a frambuesas en enero y a fresas en diciembre. Como evitar pensar en tatuarme en la lengua cada una de tus huellas dactilares.

Pero le temo a las agujas. Y más si cubren lenguas, aunque quiera perderme en la tuya. Al que dirán, aunque se resbale por cada rizo de tu pelo. Alzaría la voz por encima de ese rumor de hojarasca que impide que te coja la mano. ¿Lo oyes? Es como la brisa marina. Es "mira a ese par de lesbianas".

—¿Qué te pasa, amor? —preguntas al sentir que mis dedos dan marcha atrás cuando intentas ponerles el cinturón de los tuyos. Tus pies activan el freno de mano y decides pegar un volantazo. El desconcierto se ha instalado entre tus labios entreabiertos. Llevas decepción en la mirada. 

Joder, no es cierto lo que piensas. 

Crees que me avergüenzo de la parte de mí de la que más orgullosa me siento. De ti. La chica que huele a mañana soleada y camina como si todos los días acudiera a su primera clase de baile. La que parece peinarse el cabello con uñas de gato y una batidora de mano. Atrayente de la forma en que un bosque ardiendo puede resultar atrayente.

Alma libre atrapada en un cuerpo de pitufa, tú no eres el problema. El problema es es estar pisando hojas secas contigo como si descubriera por primera vez el otoño. Hojas que crujen, que rompen, que ríen, que se quejan. Que juzgan, que repudian, que nos alejan.

Se me enrojecen los ojos casi tanto como tu pelo y las suelas de mis botas se anclan en el suelo. Me escupes con las pupilas, por cobarde. Excavas en mi pecho y arrancas las raíces de ti que abrazaban mis costillas. Me atizas con ellas en la cara y te vas.

La hojarasca se queda y rumorea.



 Microrrelato para el concurso #historiasdeamor