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El verdadero Gatsby

Francis Scott Fitzgerald decía que la vida es un asunto romántico y por eso seguramente logró maravillarnos con uno de los personajes más perdedores y al mismo tiempo más triunfadores y soñadores que ha dado la literatura: Jay Gatsby. Aunque convendría, no es necesario haberse leído el el libro o haber visto la adaptación cinematográfica para entender este "relato". De hecho, es el final de la novela, pero lo he encubierto tanto que no creo que os desvele nada. Aun así, disponéis de un resumen del argumento de la novela (final incluído) escondido en spoiler bajo el link "mostrar", por si queréis leerlo para entenderlo todo. El tema del relato no es sino una especie de "fanfic" de la novela "El Gran Gatsby" cuya intención es invitar a la reflexión a la pregunta "¿Es Gatsby realmente... grande?". Formato guionizado inspirado por "La casa de Riverton" por Kate Morton. Las primeras tres escenas son enteramente suyas, aunque readaptadas a mi historia.) Y sin más, os dejo con la "película":
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El Gran Gatsby es la historia de Jay Gatsby narrada por Nick Carraway, su vecino. Nick se siente intrigado por la vida de Gatsby tras asistir a una de sus famosas fiestas. Pronto se entera de que Gatsby está enamorado de Daisy Buchanan. Daisy es la primera de Nick, y también la esposa de Tom Buchanan. Tom Buchanan tiene una amante, Myrtle. Nick descubre que Gatsby y Daisy ya habían estado enamorados antes, pero Daisy se casó con Tom mientras Gatsby estaba en Europa durante la guerra. Tras esto, Gatsby hizo una fortuna de manera ilegal, pero suficiente para poder comprarse una causa en Long Island, al otro lado de la bahía en la que se encuentra la casa de Daisy. Todas las noches puede verse una luz verde en aquella casa. Nick consigue reunir a Gatsby y a Daisy y estos empiezan a verse en secreto con frencuencia. Pero Tom, el marido de Daisy, se acaba enterando del romance que mantienen y va en busca de Gatsby. Esta escena sucede en Manhattan: los dos discuten sobre a quién ama realmente Daisy. Daisy dice quererlos a los dos, pero decide volver a Long Island con Gatsby. Más tarde, Daisy atropella, accidentalemente, a una mujer mientras conducía el coche amarillo de Gatsby, y huye sin más. La mujer resulta ser Myrtle, la amante de Tom. El marido de Myrtle culpa a Daisy de la muerte de su mujer, pero Tom lo persuade y le dice que era el coche de Gatsby el que la había atropellado. Finalmente, el marido de Myrtle se presenta en casa de Gatsby, donde le dispara y después se dispara a sí mismo. Daisy nunca confiesa su crimen.


BORRADOR DEFINITIVO
Guión de la película.
Versión final, agosto de 1948, páginas 1 a 4

EL VERDADERO GATSBY © 1948
Autor y director: Nick Carraway.

MÚSICA: Tema nostálgico y evocador, del estilo de moda durante el periodo de entreguerras. Romántico, con un matiz inquietante.

1. EXTERIOR. ESCENA FINAL EN UN CAMINO CAMPESTRE, AL ANOCHECER
      A ambos lados del camino se extienden interminables prados verdes, como es típico en esa parte de West Egg. Son las ocho de la tarde. El sol estival, aún visible en el horizonte, se resiste a morir. Finalmente desaparece. Como un brillante escarabajo negro, un automóvil de la década de 1920 avanza velozmente por el sendero. Pasa a toda prisa entre viejos setos de zarzamoras teñidos de plata por el ocaso y coronados por ramas más altas que se arquean sobre el camino.

La brillante luz de los faros vibra mientras el automóvil se desplaza rápidamente por la superficie irregular de la calzada de arenisca. Nos acercamos poco a poco, hasta ponernos a la par. Tras el último rayo de sol, la noche cae sobre nosotros. La luna llena irrumpe tímidamente, proyectando franjas de luz blanca sobre el brillante capó negro. Echamos un vistazo al interior del automóvil; en la tenue luz distinguimos vagamente el perfil de sus ocupantes: un HOMBRE y una MUJER vestidos de fiesta. El HOMBRE va conduciendo. Las lentejuelas del traje de la mujer brillan con el resplandor de la luna. Los dos van fumando, la punta incandescente de los cigarrillos se asemeja a la luz de los faros. La MUJER ríe un comentario del HOMBRE; al echar la cabeza hacia atrás la boa de plumas deja a la vista su cuello pálido y delgado.

Llegan a una gran verja de hierro, la entrada a un túnel formado por árboles altos y oscuros. El automóvil recorre la vereda, avanzando por el umbrío y frondoso corredor. Miramos a través del parabrisas, hasta que de pronto dejamos atrás el follaje. Hemos llegado al destino. Una gran mansión de estilo californiano surge imponentemente en la colina: a lo largo de la fachada se ve una hilera de doce ventanas resplandecientes, bajo dos filas más, todas en penumbra excepto una, abierta de par en par. Las cortinas son zarandeadas levemente por la brisa. Nos acercamos a ella muy lentamente hasta distinguir de entre las telas la figura de ALGUIEN hablando por teléfono y empuñando algo parecido a… una pistola. Justo entonces nos vemos arrastrados hacia abajo. En el centro del amplio y cuidado jardín, iluminado con farolas, se erige una gran fuente de mármol ornamentada con cuerpos desnudos de ninfas, que se lanzan chorros de agua a cien pies de altura. Desde nuestra posición, observamos cómo el automóvil continúa sin nosotros, gira y se detiene en la entrada de la casa. Un joven LACAYO abre la puerta y extiende su brazo para ayudar a la mujer a bajar del coche.

SUBTÍTULO: Mansión Gatsby, West Egg, Chicago. Verano de 1925.

2. INTERIOR. SALA DE LOS CRIADOS, DE NOCHE
      La cálida y oscura sala de los sirvientes de la mansión Gatsby. En el ambiente se percibe el nerviosismo de los preparativos. Nuestra perspectiva está al nivel de los tobillos, mientras los atareados sirvientes recorren en todas direcciones el suelo de mármol gris. Como sonido de fondo se oyen las órdenes impartidas a los sirvientes –los de menor rango están siendo reprendidos– mezclándose con la música inicial y con el ruido de fondo de las botellas de champán al descorcharse. Suena el timbre llamando al personal de servicio. Todavía con la cámara a la altura del tobillo, seguimos los pasos de una CRIADA que se dirige a la escalera.

3. INTERIOR. HUECO DE LA ESCALERA, DE NOCHE
      Subimos por la tenebrosa escalera detrás de la CRIADA. Un leve tintineo nos indica que su bandeja está llena de copas de champán. A cada paso, nuestra visión va ascendiendo de los delgados tobillos a los pliegues de una falda negra, los picos del coqueto lazo blanco de su delantal, los rizos rubios que se pliegan por encima de sus hombros. Por fin podemos ver lo mismo que ella. Los sonidos de la sala de los sirvientes se desvanecen a medida que se hacen audibles la música y las risas de la fiesta. En lo alto de la escalera, la puerta se abre ante nosotros.

4.  INTERIOR. SALÓN PRINCIPAL, DE NOCHE
      La luz nos deslumbra en cuanto entramos en el gran salón de mármol. Del alto cielorraso pende una resplandeciente araña de cristal. Un MAYORDOMO abre la puerta de entrada para dar la bienvenida a los elegantes invitados que vimos llegar en automóvil. Sin embargo, no nos detenemos, cruzamos la sala hasta la parte posterior, donde están las grandes puertas de estilo francés que comunican con la TERRAZA.

5. EXTERIOR. TERRAZA, DE NOCHE
      Las puertas se abren con ímpetu. El volumen de la música y las risas van en aumento: la fiesta está en pleno apogeo. El ambiente posee el lujo propio de los felices años de la posguerra. Lentejuelas, plumas, sedas se extienden hasta donde la visión pueda abarcar. Vistosos farolillos chinos, colgados en el jardín, se mecen en la suave brisa veraniega. Una banda de jazz toca un charlestón y las mujeres bailan. Nos abrimos paso entre una multitud de rostros sonrientes, que miran en nuestra dirección mientras beben las copas de champán que la CRIADA ofrece de la bandeja: una mujer con los labios pintados de rojo que sostiene una larga y fina boquilla de cigarrillo mientras lanza con indolencia volutas de humo (JORDAN BAKER), otra de labios menos voluptuosos y cabellera rubia y pegada a un rostro dulce y aniñado (DAISY BUCHANAN), y un hombre alto y moreno ataviado con un traje ligeramente más humilde pero que luce con orgullo (NICK CARRAWAY).

Resuena un formidable ESTAMPIDO y todos miran hacia arriba: el cielo nocturno se llena de brillantes fuegos artificiales. Se oyen gritos de regocijo y aplausos. Los fuegos en espiral de las girándulas se reflejan en los rostros, la banda sigue tocando y las mujeres bailan, con pasos cada vez más rápidos. Nuestra vista se fija en una luna redonda y resplandeciente.

CORTE HACIA:

6. EXTERIOR. EL LAGO, DE NOCHE
      Continuamos mirando la misma luna, pero a medio kilómetro de la mansión. Un hombre (GEORGE WILSON) está junto a la orilla más oscura del lago Gatsby. Atrás quedan los ruidos de la fiesta. El joven mira al cielo. Nos acercamos, observamos el reflejo rojizo de los fuegos artificiales en su rostro. Aun cuando está galantemente vestido, hay algo humilde en él. O había. Su cabello castaño está despeinado y le cae sobre la frente, amenazando con ocultar los ojos oscuros que recorren enajenados el cielo nocturno. El joven baja la vista y mira más allá de donde estamos, como si tratara de descubrir a ALGUIEN oculto entre las sombras. Los ojos de GEORGE se reaniman súbitamente, pero después se dan por vencidos. Despega los labios, como si se dispusiera a hablar, pero no lo hace. Suspira.

ALGUIEN: Tú no eres Daisy. ¿Quién..? ¿Por qué me has citado aquí?

Se oye un CHASQUIDO. Bajamos la mirada. GEORGE WILSON aferra una pistola cargada en su mano. el plano se centra en recortar el contorno del cañón del arma. La levanta, fuera de escena. 

GEORGE: Por Myrtle.

La pistola dispara y se oye el peso muerto de un cuerpo que cae en el suelo fangoso. La velada musical sigue su curso.

CORTE HACIA:

7. EXTERIOR TERRAZA, DE NOCHE
      Los fuegos artificiales acaban de cesar. DAISY mira en dirección al lago, como si creyera haber escuchado algo.

DAISY: ¿Habéis oído eso?
JORDAN: ¿Y Gatsby?
NICK: Yo no he escuchado nada.
JORDAN: ¿Dónde está Gatsby? ¿Nadie le ha visto?

FUNDIDO EN NEGRO.
TÍTULO DE LA ESCENA: «EL VERDADERO GATSBY»